A continuación algunas citas del texto "Educación como salutogénesis" (Enlace al texto completo). Lamentablemente este texto analiza solo la etapa "concepción y gestación". Pero bueno, a seguir buscando...
La consecuencia de aplicar “modelos de desarrollo” que parten de una imagen parcial del hombre, ha conducido a una educación centrado en lo cognitivo, “cerebrizada”, orientada a una maduración precoz de lo intelectual. La producción de “niños genios”, de “liberados sexualmente”, “autónomos de forma temprana”, “autodidactas”, ha sido el slogan de la educación contemporánea. Los programas de estimulación temprana, son ejemplo de esta influencia negativa (en el contexto que vamos a exponer más adelante) del conocimiento científico a la hora de generar prácticas educativas.
La gran mayoría de los padres sin lugar a dudas quieren que sus hijos se desarrollen de la mejor manera posible, y que se conviertan en personas integras. Pero… ¿qué es desarrollarse integralmente?. La palabra “integral” es un cliché usual en educación. Si se revisan los programas institucionales en donde se define la misión, visión y principios guías, de los colegios oficiales y privados, e incluso en las mismas universidades uno encuentra cosas como: “Promover un desarrollo integral del niño y el adolescente, que le permita integrarse de forma adecuada al medio académico, familiar y social”; sin embargo, en esta declaración de la misión educativa no se explicita la imagen del hombre que orienta la intervención educativa, y es justamente en esta imagen parcial del ser humano, en donde se insertan las incomprensiones que hacen que la escuela se convierta en generadora de enfermedad.
Rudolf Steiner respondió a esta pregunta por la esencia del hombre de varias maneras: en primer lugar, señalando al hombre como constituido por una naturaleza cuadripartita (física, vital, anímica y espiritual). En segundo lugar, señalando los tres procesos anímicos básicos del ser humano (pensar, sentir y querer) y su relación con los sistemas orgánicos (neurosensorial, rítmico y metabólico), lo que constituye la teoría de la trimemebración. En tercer lugar, por la ampliación de la teoría de los sentidos, y de las relaciones entre los procesos perceptivos y espirituales. Finalmente, esta imagen del hombre se amplia a través de la comprensión del proceso biográfico, en donde podemos observar como se relacionan los diferentes procesos anímicos y espirituales a lo largo del desarrollo.
Para Steiner el ser humano se desarrolla en periodos de siete años. Cada ciclo marca un periodo de cambio de carácter estructural en las funciones físicas, anímicas y cognoscitivas del ser humano. Cada periodo de edad entraña modificaciones específicas relacionadas con las proporciones del cuerpo, el grado de maduración de las funciones cognoscitivas, con la modalidad de aprendizaje que el niño es capaz de realizar, con las necesidades afectivas, y los patrones relacionales que adelanta con las figuras vinculares primarias (padres) y secundarias (familia, profesores), y con el grupo de pares.
Antes de todo: (concepción y gestación)Para Rudolf Steiner el ser humano viene con una historia y una misión que desempeñar al momento de desencarnar en el mundo físico. Se habla de encarnación porque se considera que este ser humano que llega es un ser espiritual, un ser consciente, y que por tanto desde el mismo momento de la concepción hay vida humana. Este pequeño ser no es una tabula rasa, es alguien con historia que viene a continuar un proceso de crecimiento espiritual, porque nuestra tierra, desde la comprensión de la antroposofía, y de otras corrientes espirituales tanto orientales como occidentales, es una escuela.
El periodo de gestación juega un papel muy importante en la biografía humana (...) Por esta razón se ha puesto nuevamente sobre la palestra el tema de la maternidad y de una gestación bajo la protección del estado.
En este periodo el recurso pedagógico – si puede llamársele así – es la ACEPTACION INCONDICIONAL- del ser que llega. En lo posible el traer un hijo al mundo debe ser una decisión escogida, pensada de antemano; pero si no es así, es importante que al niño se le haga saber que es bien recibido (a pesar de todo).
Se debe procurar que el ambiente que rodee a la madre sea cálido, cómodo y agradable, alegre, y ella misma debe procurar cuidarse anímicamente, realizar lecturas inspiradas, llevar una vida de reposo, cuidar su alimentación, buscar compañías y ambientes que la mantengan de buen humor, etc.
El vínculo madre-hijo es muy fuerte durante este periodo. Hay que recordar que el niño depende totalmente de la madre, y que es permeable casi totalmente a las reacciones físicas y emocionales a través del cordón umbilical.