sábado, abril 12, 2008

Educación respetuosa



Me gusta este concepto de "educación respetuosa", lo encontré hace tiempo en este sitio, donde se señala que "No existe una forma de educar sin respeto, porque al perder el respeto perdemos también nuestra autoridad e idoneidad para ayudar a los niños y jóvenes a aprender", y que "Los niños hacia quienes se brinda respeto incondicional tienen una preocupación menos que añadir a su ajetreada vida de investigadores del mundo, por lo que están en mejores condiciones para desarrollar su potencial".

Hace tiempo (Renata tendría unos dos meses), di con un artículo encontrado en el sitio citado, sobre el que siempre pienso y recurrentemente me interpela, que se llama "Cinco razones para dejar de decir ¡muy bien!". Yo todavía tengo un gran signo de interrogación al respecto, y en realidad creo y aplico más bien una fórmula intermedia. Dejo citas del artículo completo, que recomiendo a quienes estén en labores de crianza y educación leer! pues, aunque quizás no estemos de acuerdo totalmente en la fórmula, pone temas que creo imprescindibles de considerar, en el marco de una "educación respetuosa".


Extractos de "Cinco Razones para Dejar de Decir “¡Muy Bien!" Por Alfie Kohn

1. Manipulando a los niños. Suponga que usted ofrece una recompensa verbal para reforzar el comportamiento de un niño de dos años que come sin regar, o de un niño de cinco años que limpia sus materiales de arte. ¿Quién se beneficia de esto? ¿Es posible que el decir a los niños que han hecho un buen trabajo tenga menos que ver con sus necesidades emocionales que con nuestra propia conveniencia?
2. Creando adictos a los elogios. De seguro, no todo uso de elogios es una táctica calculada para controlar el comportamiento de los niños. Algunas veces felicitamos a los niños solamente porque estamos genuinamente complacidos por lo que han hecho. Sin embargo, incluso en esos casos, vale la pena poner más atención. En lugar de aumentar la auto estima de un niño, los elogiados pueden incrementar su dependencia hacia nosotros. Mientras más decimos “Me gusta la forma en que tú....” o “Muy bien hecho...”, incrementa la dependencia de los niños hacia nuestras evaluaciones, nuestras decisiones acerca de lo que está bien y mal, en lugar de aprender de sus propios juicios. Esto los lleva a medir su valor en términos de lo que a nosotros nos hará sonreír y darles un poco más de aprobación.
3. Robando el placer de un niño. Aparte del problema de dependencia, un niño merece disfrutar de sus logros, sentirse orgulloso de lo que ha aprendido a hacer. También merece decidir cuándo sentirse de tal o cual forma. Pero, cada vez que decimos, “¡Muy bien!”, le estamos diciendo al niño cómo sentirse.
4. Perdiendo el interés. "¡Muy bonita pintura!” puede hacer que los niños sigan pintando por el tiempo que nos mantengamos mirando y elogiándolos. Pero, advierte Lilian Katz, una de las principales autoridades nacionales de educación en la temprana infancia, “una vez que se quita la atención, muchos niños no volverán a esa actividad nuevamente.”
5. Disminuyendo el Desempeño. Como si no fuera suficientemente malo que un “¡Muy bien!” pueda menoscabar la independencia, el placer y el interés, puede también interferir con cuán bien los niños hacen una tarea. Los investigadores continúan hallando que los niños que son elogiados por hacer bien un trabajo creativo tienden a tropezar en la siguiente tarea- y no les va tan bien como a los niños que no fueron elogiados al principio.
Lo que los niños necesitan es apoyo incondicional, amor sin compromisos. Eso no solo que es diferente a un elogio – es lo opuesto al elogio. “¡Muy bien!” es condicional. Significa que estamos ofreciendo atención, reconocimiento y aprobación por saltar a través de nuestro aro, es decir, por hacer algo que nos place a nosotros.
Bueno, recomiendo a los interesados leer y reflexionar sobre el artículo completo, que termina con muy buenos consejos para proceder cuando nuestro orgullo de madres/padres nos supera... a mí me ha servido, aunque no puedo evitar compartir mi dicha con mi hija, quizás no especialmente cuando se "porta bien" sino con cada cosa que hace ¿cómo esconderlo si es real? Y bueno, quizás aplique más para niños y niñas más grandes...

7 comentarios:

Vivi Briongos dijo...

Sabés que hace varios días que ando con ese artículo y otros más impresos y abrochados en una carpeta que tengo encima para repartirlo entre conocidos y no tanto???
Qué lindo concepto Educación Respetuosa...!
Besossssssss.

Polilla dijo...

Sinceramente, prefiero seguir haciéndole caso a mi intuición y un poco a lo que recuerdo de cuando era chica yo, y no me canso de decirle a Agus "Muy bien!".
Sabes qué? Un día de estos podríamos juntar a las peques, no te tinca?
Saludos,
P
xxx

ALEX dijo...

ES UNA SITUACION QUE LE PREOCUPA MUCHO A MI NOVIA CON RESPECTO A SU HIJO. LA EDUCACIÓN Y EL RESPERO QUE SE MERECE UN NIÑO DEBEN SER GUIADOS CON EL MAYOR DE LOS CUIDADOS. AUNQUE TE CONFIESO QUE A ELLA A VECES SE LE ESCAPA UNO QUE OTRO DESLIZ...

Gu1ta dijo...

Me encanta el artículo. Es para reflexionar profundamente...
Yo quiero un niño feliz por sus logros y no que sea feliz porque me ha hecho feliz a mi... de eso ya hay una gran carga familiar que se debe acabar...

JENNY dijo...

Alejandra, muy interesante el artículo, pero aplicarlo muchas veces no es tan simple, yo tengo tres niños de 13, casi 10 y 2 .. antes elogiaba mucho a los dos mayores en sus estudios... llegó un momento que lo dejé de hacer porque les dije que esa era su satisfacción personal, ellos debían sentirse felices por hacerlo bien (en el fondo yo también salto de alegría) pero no me gusta que den todo por sentado, les digo que siempre se pueden hacer las cosas mejor! Uno tiende a pecar mucho, sobre todo cuando son más pequeñitos como Renata y Sophi por sobrelogiarlas, pero el nivel de exigencia se multiplica a media que ellos van logrando más cosas.

Muchas veces siento que les falto el respeto... sobre todo cuando les levanto la voz y pierdo los papeles... pero es tan difícil...

Espero que tú lo logres con tu hijita!!

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Alejandra,
Muchas gracias por invitarnos a pensar, a compartir.
En mi opinión, recompensar verbalmente "todo" como no recompensar "nada" son solo caras de una misma moneda. Es solo elegir con que uno coincide.
Pero con lo que definitivamente no estoy de acuerdo, y trabajo muy conscientemente en ello, es en que mi hijo no me vea disociar lo que siento con lo que digo.

Trato de recordarme cada día que los niños no escuchan solo con los oídos.

En lo personal, yo he sido una niña que no fui alentada. En mi casa hacer las cosas bien era "lo natural" (así debia ser), por supuesto hacerlas mal no, así que si era reprendida.
Y hoy trabajo justamente con afirmaciones para recordarme lo buena que soy...

Besos a Renata y un abrazo para vos. Paula

Alejandra dijo...

Y siiií, de verdad que me gusta el concepto tanto, y el mismo interés tengo en poder aportar a que se incorpore y aplique, ojalá mucho y cada vez más...
Y claro, que lo importante es sincerarse una misma y darse el trabajo de moderarse y distinguir cuando estamos celebrando junto a ellos o ellas, o bien intentamos manipular de alguna forma, y sobre eso completamente de acuerdo con Paula que dio en el clavo, aplicable a la vida toda y que tiene que ver con la honestidad profunda, seguridad y modelo que transmitimos, quieriendo o no a nuestros peques: correspondencia entre lo que sentimos y decimos!
Y por supuesto que todo se asume como desafío, pues es difícil y me imagino, Jenny, que a medida que crecen y con más hijos, de seguro que se hace más cuesta arriba aun... pero al menos lo intentamos, y de pequeñas cosas a veces se trata...
Gracias a todas y a Alex por su visita y comentario, infinitas!!! Siempre lo digo pero no me canso: me dan tantos ánimos a seguir aquí, y compañía que hace mucho bien y se agradece...